Llegamos a la población de Sitges, y seguimos nuestro camino por la c31 hasta Tarragona, y entraremos por la Vía Augusta, al igual que lo hacían los antiguos romanos.
Aparcamos las motos en el centro y dimos un paseo por sus calles. y aprovechamos la ocasión para hacer un chocolate con churros.
Una vez llenado el depósito, nos dispusimos a visitar las viejas murallas y restos que se habian encontrado en escabaciones repartidas por la población.
El sol calentaba y cogimos las motos para seguir nuestro camino, ahora a trabes de la Sierra de Prades. La carretera sube serpenteante y firme por la montaña atravesando bosques y prados. Al alcanzar la cumbre decidimos parar a comer unos bocadillos que llevamos de casa. Empezó a girarse el viento y no pudimos estarnos mucho rato.
Retomamos la carretera hasta llegar a Montblanc, un pueblecito el cual ha recuperado su antigua muralla reconstruyéndola (hoy en día está prácticamente en su totalidad). Allí nos recibió Manolo, el tío de Mario. Entramos en el casco antiguo por un pórtico de la muralla, en el cual dice la leyenda que Sant Jordi mató al dragón delante de ése pórtico, y que si escuchamos el viento oiremos el agonizar de la bestia.
Luego de caminar un poco, nos enseñaron el boggie que tiene y con el que se lo pasa como un niño chico por los caminos. Dimos una vuelta; no veas como tira el bicho. Cayó la noche y nos ofrecieron pasar la noche en su casa y no pudimos negarnos a su ofrecimiento. Cenamos comida Xina, no es mi fuerte pero la de aquel restaurante no estaba nada mal. Estuvimos hasta bien entrada la noche hablando y riendo, pero al final el cansancio pudo con nosotros.
Por la mañana, después de un buen desayuno, nos despedimos y retomamos el camino. Manolo nos acompañó un rato con el boggie y después seguimos nuestro camino por la c25 hasta llegar a casa. El viento soplaba de valiente y nos hizo tomar precauciones.
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